Todos necesitamos un lugar tranquilo a donde escaparnos. Un
lugar donde puedes estar con tus pensamientos y encontrar un momento calmado.
Esto es difícil de encontrar en Paris. Hay gente en todas partes. Las aceras son tan estrechas que apenas hay sitio
para una persona, por no hablar de los ciclistas, cochecitos de bebe y la gente
que camina a toda velocidad. Uno podría perder un brazo navegando estas aceras. Ya estas estresado?
Y entonces esta le
metro: una red de transporte increíble cuando realmente funciona bien y no están
en huelga o bajo mantenimiento (que son casi todos los días). Pero esto fue
donde se creó el cliché de que los franceses huelen mal. Porque si tu cara no está
aplastada contra la ventana, está debajo del sobaco de uno. Y olvídate de la romántica
idea de leer en camino al trabajo. Es más probable que te vuelvas bizco de tener
el libro apretado tan cerca de tu nariz.
Hay un museo, sin embargo, que he descubierto ser una excepción
a las demás. Musee de lÓrangerie es
un gozo en comparación. Al final de los jardines Tuileries, el antiguo invernadero de naranjas es una estructura de
cristal que dentro contiene un secreto: paz y tranquilidad. Claude Monet concibió
las salas que acogerían unos de sus más grandes obras: Les Nymphéas. El quiso, a propósito, crear un espacio que induciría tranquilidad y recurrió a salas ovaladas, blancas y bien iluminadas, que no quitan protagonismo al arte. Monet quiso que la gente disfrutara de Les Nymphéas, que realmente se sentaran a mirarlas un rato. Así que en vez de destinar estas enormes mezclas de morados,
azules y verdes a un coleccionista o institución privada, escogió dedicarlos al
“ignorante” público. Y el resultado fue magnífico.
Nunca he visitado un museo más silencioso, y el único espacio público donde me he sentido así de relajada es en el estudio de yoga. Un domingo gris y lluvioso, me encontraba rodeada de lirios y profundos estanques azules, olvidándome de toda la gente y el mundo que me esperaba fuera. Había encontrado mi primer refugio en París. Dado que es gratis para los menores de 26 años, lo aprovecharé algún día de diario, para escaparme un rato. Parece ser que Monet supo exactamente lo que necesitaban los parisinos estresados.
Nunca he visitado un museo más silencioso, y el único espacio público donde me he sentido así de relajada es en el estudio de yoga. Un domingo gris y lluvioso, me encontraba rodeada de lirios y profundos estanques azules, olvidándome de toda la gente y el mundo que me esperaba fuera. Había encontrado mi primer refugio en París. Dado que es gratis para los menores de 26 años, lo aprovecharé algún día de diario, para escaparme un rato. Parece ser que Monet supo exactamente lo que necesitaban los parisinos estresados.
Musée de l'Orangerie
Jardin de Tuileries
75001 Paris
(metro: Concorde)






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